martes, 23 de diciembre de 2014


ALIMENTACIÓN Y DEFENSAS



         El cuerpo humano, como el organismo pluricelular más complejo y organizado que existe en la naturaleza, requiere de un sistema de defensa de las agresiones internas y externas  compuesto por un entramado de barreras físicas, químicas y celulares que se encuentran en permanente actividad. No nos referimos a las técnicas de defensa aplicadas a agresiones llevadas a cabo por otros hombres, sino a todas aquellas situaciones en las que nuestro organismo debe rechazar algo nocivo y/o extraño a él mismo, aunque las diferencias entre estas dos situaciones requieren de casi lo mismo (reconocer lo potencialmente agresivo, estar preparado físicamente, tener un sistema adecuado de defensa en relación con lo que nos pueda dañar y utilizar los recursos imprescindibles para anular los efectos nocivos que se nos pudiesen causar).
La alimentación es la base principal de todo nuestro organismo al aportarnos los nutrientes necesarios para producir energía, reponer los tejidos envejecidos o dañados y formar aquello que se necesite en cada momento.
Los sistemas de defensa de nuestro cuerpo se pueden dividir en unos más generales e inespecíficos y otros más puntuales y específicos.
Como algo más general, se encuentran las barreras físicas  como la piel, las mucosas del tubo digestivo o de las vías respiratorias, los reflejos del vómito o del aceleramiento del tránsito intestinal, la tos y el estornudo, etc. Con todas ellas conseguimos que lo de dentro (agua, sales) no se pierda en el exterior (por ejemplo nos impiden deshidratarnos) y también, que lo del exterior no penetre en nosotros (agua, sales, tóxicos, bacterias, hongos, radiaciones) provocando infecciones, inflamaciones, etc.
También existen sistemas de anticuerpos y células de defensa que intentan neutralizar y destruir, si es posible, todo aquello que se reconoce como extraño.
Como sistemas específicos estarían aquellas células y anticuerpos desarrollados para enfrentarse a un tipo específico de posible agente agresor, como un polen especial, una bacteria diferente, etc.
Para que todo esto funcione, la alimentación aporta los nutrientes que permitirán a nuestras células, su reproducción y la formación de moléculas de reconocimiento de agentes extraños y de su destrucción, a la par que, manteniendo estables nuestros órganos, nos facilitará que las barreras físicas funcionen correctamente (una capa grasa que impida la deshidratación de la piel; una capa de protección de moco con abundante contenido en agua en las vías respiratorias y todo el tubo digestivo). Al mismo tiempo, con los alimentos podemos ingerir bacterias que, en nuestro organismo, viven y controlan otras bacterias y hongos, y forman vitaminas y digieren nutrientes que se pueden absorber en el tubo digestivo.
Un aporte proteico escaso con la alimentación puede llegar a causar tal disminución en la producción de anticuerpos, que las infecciones aparezcan una detrás de otra. Pero, aún mas, ese defecto en proteínas lleva a que no se repongan bien muchos tejidos, con lo que las cicatrizaciones serán más lentas y mucho más fácil tener heridas y úlceras en las zonas de roce continuo.
Muy poca grasa en el tejido subcutáneo no controla la pérdida de calor, por lo que la hipotermia será más probable en épocas de frío en personas muy delgadas.
Si pensamos un poco, la causa, en parte, de que ese abuelito que no come casi nada tenga más infecciones y úlceras es la misma por la que esa adolescente flacucha que iba en moto a 0ºC casi sin abrigo tuviese un cuadro de hipotermia, con congelaciones en los dedos de los pies (como los montañeros) y una neumonía el pasado invierno o  que ese señor con una obesidad patológica haya podido desarrollar una tuberculosis pulmonar o una celulitis en las piernas.
Comer bien, en cantidad y calidad, sin escasez ni exceso, de forma equilibrada y en buena compañía (lo psicológico es otro pilar fundamental de nuestras defensas) es necesario para poder defendernos de todo aquello que pueda intentar dañarnos, vivo o inerte, grande o pequeño.


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