miércoles, 17 de mayo de 2017


LA PARADOJA DE UN PAÍS CON MUCHO SOL 


Para cualquiera que se interese por la Salud de nuestro país, en estos momentos le podrá venir a la cabeza una de las paradojas más interesantes, actuales y sin sentido, que se nos han presentado. En una cultura occidental, desarrollada, consumista, sobrealimentada, aparece una alteración del estado de salud, que en el caso de la población española, afecta a un porcentaje muy elevado de la misma. Esta alteración es el descenso de la cantidad de vitamina D presente en nuestro organismo y sus consecuencias tanto en el estado de nuestros huesos como de nuestra inmunidad, el correcto funcionamiento muscular y otros procesos.
Este tipo de alteración se asociaba a sociedades poco desarrolladas, con problemas para alimentarse, como fue el caso de nuestro país en los años cuarenta y cincuenta, en los que el hambre, los defectos nutricionales y casos de malnutrición, estaban a la orden del día, consecuencia de una pobreza generalizada. Se comían pocos alimentos proteicos, pocos lácteos (salvo en algunas regiones) y por lo tanto existía un déficit crónico en la dieta de calcio y vitamina D, dando lugar a raquitismos y otras alteraciones de la salud.
A partir de los sesenta, con la mejoría general del país, se comenzó a comer mejor, de todo y variado. Así hemos podido comprobar en las últimas décadas que “el españolito medio” no es tan bajito como se pensaba y que nuestros adolescentes sobrepasan de media de estatura los 176 cm, demostrando que además de la genética, una buena nutrición es imprescindible para un crecimiento adecuado. Alimentos ricos en calcio y vitamina D, proteínas y minerales abundantes, consiguieron una población bien nutrida y sana.
Y, ahora, al inicio del siglo XXI nos encontramos que, con la abundancia de alimentos y la sobrealimentación, estamos malnutridos a la vez por exceso y por defecto. Más  obesidad y sobrepeso, más hipertrofias musculares por sobreesfuerzo, más anemias por defecto de hierro, folato y vitamina B12 y más hipovitaminosis D.
Hoy día sabemos que la vitamina D es algo más que una vitamina. Que interviene en la absorción de calcio de la dieta y en el depósito del mismo de manera adecuada en el hueso, de su recambio, así como en mantener los niveles de este mineral en sangre. Pero, también, interviene en el correcto funcionamiento de nuestras defensas y en que los músculos trabajen de forma adecuada, disminuyendo la posibilidad de caídas en ancianos.
Es por esto que mantener unos niveles adecuados de esta vitamina en sangre, es imprescindible para nuestra salud, pero en diversos estudios y en la práctica diaria, nos hemos dado cuenta que en gran parte de la población de nuestro país, no ocurre y estamos en niveles por debajo de los adecuados.
Si pensamos en ello, nos parecerá imposible. A pesar de los problemas económicos, somos un país desarrollado con unas posibilidades alimentarias adecuadas. A ello sumamos que tenemos en casi todo el territorio más horas de sol que la mayoría de países más al norte. Pero es así, con más sol, con mejores posibilidades alimentarias, estamos peor que hace décadas.
Las causas fundamentales son dos.
La primera es que la ingesta de alimentos ricos en vitamina D ha descendido porque estos son alimentos grasos y la grasa se está eliminando de manera inadecuada de nuestra dieta; los pescados ricos en grasa se comen menos (en general comemos menos pescado que antes), no digamos de los huevos o los lácteos con su grasa (ni quesos curados, ni leches o yogures y leches fermentadas enteras) pues “todo engorda”  y “hay que luchar contra el sobrepeso”.
La segunda es que “el sol es malo”, causa cánceres de piel y se debe evitar y, si no lo es, no nos exponemos a él porque salimos de noche a trabajar y volvemos a casa también de noche o, si no lo hacemos, viajamos en coches, autobuses, metro, trenes, donde no nos exponemos a él y, para remate, si practicamos ejercicio físico o deporte lo hacemos a cubierto en gimnasios o muy tapados. Y sin sol, no se activa esta vitamina y no ejerce correctamente su función.
Si queremos mantener nuestros huesos en buenas condiciones, tener un sistema inmune adecuado, que los músculos nos respondan adecuadamente y que nuestro estado de ánimo sea el adecuado, tenemos que hacer lo que ya todos sabemos, tener unos hábitos de vida saludables con una alimentación equilibrada y variada, incluyendo alimentos con grasa también, en la que hagamos ejercicio físico, aunque sea pasear que es quizá el mejor de todos, y hacer una vida al aire libre. No hace falta estar al sol horas, vuelta y vuelta, sino expuestos a los rayos solares directos o reflejados, en horas de radiación baja y con partes suficientes de piel expuestas, no solo un poco de la cara.

El comer quesos curados, leche entera, huevos, sardinas y boquerones, es más que beneficioso, es necesario para mantenernos sanos.

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